Estatua
Luis Guillen Cardenas
Mientras
Kristen fumaba aquel cigarrillo observaba aquella estatua de hierro, con su
cabeza tan alta, como si quisiera presumir algo, su rostro ennegrecido debido a
la pintura de tono oscuro, nunca había puesto atención, pero la sangre de aquel
hombre esculpido corría por su sistema, vivían aislados, junto a toda su
familia, luchando por forjar un nuevo pensamiento que trascendiera el mundo,
una idiotez agradecido por el hombre oxidado.
—Estúpido
hombre, estúpido en verdad, quisiera tener contacto humano que no fuera solo
con mis primos. —rezongó absorbiendo el tabaco clandestino.—¿Sabes? Siento que
tu cabeza esta algo caliente ahí arriba, necesitas estar un poco más fresco,
mereces un corto receso. —
La
idea pasó como de rayo, la mayor travesura que a ninguno de aquellos inocentes
parásitos que vivían en la ignorancia, llamada casa, decapitar al bastardo de
metal. Las sierras estaban accesibles, conocía a los guardias, nadie visitaba
esa reliquia oxidada por la noche. Le costó trabajo subir hasta arriba, por
suerte el metal estaba hueco, como una pequeña lamina, lo cual fue más fácil
cortar, la dejó caer, para su suerte el césped amortiguo la caída, enmudeciendo
su sonido.
Se
lanzó, cayendo de pie, temblando de sus brazos por su fuerza ejercida, tomó la
cabeza con sus dos brazos, abrazándola contra el pecho, esquivando las zonas
con vigilancia, entró en su habitación cautelosamente, poniéndola bajo su cama.
Apagó las luces para dormir y no levantar sospechas por la mañana, pero un
ruido la molestaba, algo subía las escaleras.
Crash,
Crash, Crash, algo pesado ascendía, entre abrió su puerta, pero nada se podía
observar, solo escuchar aquel sonido.
—
¿Quién anda ahí?—cuestionó con firmeza y miedo, pero solo el crash se escuchaba,
intimidándola por la falta de respuesta. —Dije, ¿Quién está ahí?
Ante
la falta de respuesta salió de su cuarto, reteniéndose ante las escaleras,
esperando lo que subía, tragando saliva y sudando.
—
¿Quién rayos eres?—
Nadie
encontró a Kristen en su habitación, su puerta estaba abierta y su cama
deshecha, parecía que hubiera salido, salieron al patio, una densa neblina
cubría aquel extenso campo, algo se movía de lado a lado a lo lejos, cerca del
monumento del viejo, se acercaron, alumbrados por sus lámparas, deslumbrando el
cuerpo de la chica colgado en su ancestro decapitado.
Todos
dijeron que fue suicidio, al parecer la cabeza nunca fue encontrada, ni debajo
de su cama, nunca nadie hizo más preguntas.
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